Hambre de perros (1/2)

Frente al club Ferro hay una casa difícil de encontrar, pero a la vez difícil de olvidar. Es una casa antigua, de un frente hecho con ladrillos enormes, que dan la sensación de estar ante una muralla en lugar de el frente de una casa de dos pisos, con ventanas altas y angostas, cerradas las persianas roñosas de madera manchadas con el oxido de los enganches, de pintura celeste vieja y descascarada al igual que la puerta de entrada y sobre esta, un balcón de sencillo con baranda de material y sin plantas. Al frente, en la vereda, hay dos arboles muy frondosos, cuyas raíces levantan baldosas y deforman el suelo desde el adoquín del cordón, hasta la fachada.

La falta de sol que producen los edificios chicos que tiene al este y oeste, hace que el anteriormente blanco salpicre de la pared exterior, se encuentre lleno de moho y verdín, eso, sumado a la suciedad en toda el área, producto del abandono desvergonzado del propietario, quien quiera que sea, le da a la casa un aire lúgubre

Habré pasado por el frente de esa casa cientos de veces, nunca antes había visto los dos perros flacos que estaban en el balcón, mirando al vació, como si en el horizonte estuviera pasando algo.

Los perros eran sin dudas, mezcla de razas, aunque nunca me intereso ser un experto en razas de perros, pero puedo afirmar con seguridad lo que digo. Uno era grande como un perro policía, de pelo corto y marrón claro, hocico y orejas cortas, el otro era bastante parecido, solo que era de un marrón muy oscuro y algo mas petiso.

Cuando pase por debajo del balcón, el perro claro empezó a soltar un ladrido seco y cacofónico, un sonido lastimero, de ritmo lento y tono invariable, era un sonido triste. Ese ladrido me hizo acordar a un noticiero que vi cuando era chico, donde un criador de perros de caza, alemán radicado en Lugano, cansado de los ladridos de su jauría hacinada y desnutrida, les había cortado las cuerdas vocales a los indefensos animales, y estos miraban a las cámaras de televisión con cara de tristeza y emitían un sonido cacofónico muy similar al que estaba oyendo ahora, mientras el cronista les llamaba la atención hacia un costado, para exhibir mejor la cicatriz en el cuello que les había propiciado el insensible amo, capacitándolos de por vida.

Hubiera querido no ver nunca aquel día noticiero, porque su recuerdo provoco mi compadecimiento por los animales que ahora miraban a la lejanía sobre la sucia casa frene al club Ferro y ladraban con timbre cacofónico, como si un alemán les hubiera cortado las cuerdas vocales. Toco el timbre y no tengo respuesta, llamo varias veces a la puerta para pedir explicaciones por el estado de los animales, pero tampoco tengo respuesta. Pregunto a la gente que entra en los edificios a los costados, pero nadie vio nunca entrar o salir a persona alguna de esa casa, incluso me dijeron que en la terraza misma no se ve gente, solo algún que otro perro de vez en cuando. Ahí cerca esta la comisaria, tendría que haber ido allá, pero los perros estaban se muriendo de sed y hambre. Los ladridos siguen y golpeo con mas fuerza la puerta y las persianas. Cascaras de pintura seca caen pero no hay respuesta.

4 comentarios:

Gran Lady dijo...

Si le interesa, mándeme mail y lo oriento para hacer la denuncia. Y por suerte nunca ví ese noticiero, pero sé (me contó un amigo veterinario) que mucha gente de muuuucho dinero opera a sus perros para cortarles las cuerdas vocales para que no los molesten con sus ladridos. Flor de bestias. Este post me puso furiosa, debería haberlo publicado en su otro blog así puedo putear en libertad. Saludos.

Thotila dijo...

No, pero no paso de verdad, es una "historia", fantasia, ficcion... cuando cuento algo de verdad, lo pongo en la categoria "Anecdotas".
Igual, gracias por el comentario, sera debidamente anotado.

Perdon por el malentendido, je.

Saludos.

Gran Lady dijo...

Es que lo contó tan bien que parecería que le hubiera pasado en de enserio...

Thotila dijo...

Si si, puede ser, los brotes imaginativos se mezclan y confunden con realidades atipicas, se vuelven tangibles de la mano de mi maestra pluma.

Bienvenida a mi mente... MUAJA JA!

Je.