Nobleza obliga

Una mañana un hombre entro en la alcaldía de San miguel de Tucumán Según sus dichos, una esclava, la negra Ines, era bruja. Ya había matado a su señora, enfermado a su hija y ahora estaba hechizandolo a el. Inmediatamente partió el alcalde hacia la morada del denunciante, acompañado de un juez, el cura y dos gauchos curiosos. Corría el año de nuestro señor de 1703.

Semidesnuda, arrastraron a Ines hasta el calabozo.

Los gauchos habían hecho correr la voz por toda la ciudad, la gente se arremolino enseguida en la entrada de la iglesia, a escuchar el relato del cura mientras se persignaban. Ines lloraba entre ratas e insultos de extraños.

Un abogado actuó de oficio en su favor, pero poco pudo hacer ante la confesión, que el alcalde y el juez, habían arrancado a la pobre negra, a fuerza de torturas y vejámenes.

La sentencia estaba dictada, muerte por un garrotazo y arrojar el cadáver a la hoguera. Se monto un acto oficial en la plaza central.

Traían a la negra Ines en carreta, mientras el cura recitaba evangelios. Abatida de insultos y piedrasos populares, yacía de rodillas delante del fuego. A la voz de ¡ARREPIENTETE!, la negra se incorporo bruscamente y sujeto la cabeza del alcalde por las orejas. Antes que alguien pudiera reaccionar, beso la frente del magistrado y dijo: -Que sepan lo que me has hecho-, y lo escupió. Dos subordinados del ejercito la redujeron y llevaron a cabo la sentencia. Mientras limpiaba sus anteojos, el alcalde insultaba a las fuerzas de la ley, por dejar que la negra le saltara así.


Todo era fiesta en la ciudad. Muchos medios televisivos, incluyendo algunos internacionales, habían asistido a la inauguración, de la restaurada casa de gobierno de la segunda fundación de San Miguel. Dentro se exhibían diversas reliquias de época y en una conferencia, devolverían objetos personales a la familia de uno de los antiguos alcaldes. Familia históricamente respetada de la ciudad.

En una caja de madera, la familia recibió el mango de un bastón, un antiguo reloj con iniciales grabadas y unos anteojos de oro. El acto se hizo el 27 de enero de 2009.

El hijo mayor fue el único que se intereso por las antigüedades. Estudiante de abogacía, hombre de razones, examinaba los objetos con detenimiento. El mango de plata, labrado mediocremente, el reloj, ordinario y de poco valor histórico y las lentes con armazón de oro, que le quedaban casi a la perfección. Sucedió algo extraño. Al momento de colocarse los lentes, vio una mujer negra semidesnuda, joven, con tanta belleza que haría perder la cabeza a mas de uno, golpeada y muerta de miedo. Asustado, se saco los lentes y los examino con mas detenimiento. Habiendo pasado el sobresalto, convencido que no había nada raro en ese par de lentes, se los volvió a colocar. Otra vez la cara de la mujer. Veía que estaba en un lugar sucio y oscuro. Por el angulo de visión, por la cara de ella, sospechaba que estaba siendo abusada.

Todavía no había podido reaccionar, estaba maravillado. Atestiguaba sucesos de antaño, a través de un par de lentes. Veía una mujer siendo torturada y profanada, sin emitir juicio, como si viera una película. Trataba de pescar mas detalles, mientras las imágenes fluían frente a sus ojos. ¡Que maravilla!¿Como sera posible?, se preguntaba. Hasta que en la imagen, en un charco del lugar oscuro, vio reflejada la cara de quien había usado originalmente esos anteojos... y la reconoció. En el charco de la visión, reconoció los rasgos familiares de un antepasado. Inmediatamente se quito los anteojos, los llevo al patio, y los aplasto entre dos ladrillos, para que nadie nunca ponga en duda, el honor histórico de su familia.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bleh estupido orgullo. La nagra Ines pudo vengarse de un modo mas sanguinario :P jajajaja.

Genial relato, genial.

Thotila dijo...

Se agradece.