Sueños, sueños son... (III)

-La primera vez que soñé con el samurai tendría 5 años- le dijo al terapeuta, quien no salia del estupor.
-Yo corría por un desierto, y el samurai me corría por las dunas con la espada en alto. Con el tiempo lo conocí. Era un tipo tranquilo, me enseño mucho.
-¿Como que lo conoció y le enseño mucho? Hábleme mas de eso.- el psicólogo tratando de esconder el desconcierto que asomaba sobre sus años de formación profesional.
-Mucho tiempo soñé que me corría, ¿en el sueño no?, estaba convencido que me quería matar. El mismo me confirmo que un día me iba a matar, pero no le creo, debe ser algo que quiere enseñarme.
-¿Piensa que le puede enseñar algo su muerte?.
-No, no creo que muriéndome pueda aprender algo, si eso es lo que me pregunta. Pienso que el quiere enseñarme algo, o pretende que me de cuenta de algo asustándome con mi muerte.
-Si, si, me dijo que lo conoció y le enseñaba. Retomemos un poco ese punto, ¿lo conoció en la vida real?- Al psicólogo ya no le importaba nada, solamente quería averiguar como seguía la historia. Esperaba que el paciente no se diera cuenta.
-Bueno. Durante años soñé que me corría con la espada, a veces estaba mas cerca, a veces mas lejos, hasta que una vez, el samurai estaba en un oasis, yo lo veía a lo lejos. Estaba sentado en un tronco, a la sombra de una palmera y jugando con su espada enfundada. La levantaba un poco por encima de la arena y la dejaba caer para que se hundiera en el piso, la levantaba de nuevo y la volvía a dejar caer.
-¿Y usted se acuerda tan vividamente de ese sueño?
-Si, son muy vividos los sueños del samurai.
-Aja, siga por favor.
-Esa fue la primera vez que no me corría
La primera vez que hable con el...-, -¿Hablo con el?- lo interrumpió el terapeuta, absorto con la narración -Si, le dije que me enseñaba cosas.
-Perdón, siga.
-Soñé con el sentado en el mismo oasis, pero yo estaba cerca y le pregunte “Por que me corrés”, entonces me di cuenta que estaba llorando, me miro y me dijo “Perdoname, pero un día voy a matarte”. Eso fue todo lo que dijo la primera vez que le hable-
-¿Y que cosas le enseña?
-Y... muchas cosas, me enseño a concentrarme, me ayudo a encontrar cosas que creía perdidas, me habla de conductas y actitudes de la gente. El me presento a mi esposa.
-Por favor cuénteme eso- Al psicólogo ya no le importan ni las apariencias.
-Me contó que también iba a matar a una mujer, que le daba pena. También hablaba con ella, el se dio cuenta que nos llevaríamos bien y nos dijo como encontrarnos.
-Déjeme ver si entiendo... Si usted no lo conoció personalmente, y le dijo eso, significa que su mujer también soñaba con el, ¿verdad?.
-Exacto.
-El... perdonemé, pero me parece increíble todo esto. ¿El los presento? ¿Su mujer no lo conocía a usted de antes?
-No. Ella vivió acá en Capital toda su vida, yo vivo acá desde los 24.
-¿Y ella desde cuando soñaba con el samurai?
-Desde los 10 me dijo.
-Por favor, cuenteme mas.
-Bueno, el samurai me dijo que la conociera, que vaya tal día, a tal hora, a tal lugar y me la describió A ella le dijo lo mismo.
-¿Nunca le pregunto por que?.
Si, una vez. Me dijo que le daba tanta pena el hecho que un día iba a matarme a mi y a ella, que por lo menos así tendríamos alguien con quien estar. Que estaremos juntos para siempre.
-¿Por que los va a matar?
-No se, nunca lo dijo. Intente preguntarle, pero no pude, uno no maneja los sueños, solamente los ve pasar.
-Si, entiendo. Mire, no hago terapia grupal, pero me interesaría mucho charlar con usted y su mujer sobre este tema. Le repito, me parece increíble.
-Si, con muy poca gente hablamos de esto. Solamente con los que nos conocen de chicos, pero no les decimos que los dos soñamos con el mismo samurai.
-Venga a verme con su señora por favor, necesito saber como es la relación de ustedes. La semana que viene, mismo día misma hora.
-Perfecto, se lo voy a decir, no creo que tenga problemas en venir.
Un jueves por la tarde, el paciente iba con su mujer a la consulta del terapeuta en el subte B.
Un viejo vagón Mitsubishi fabricado en 1970, que supo recorrer la linea Marunoichi en la ciudad de Ginza y ahora terminaba sus días en Buenos Aires, finalmente cedió por su excesivo uso. Se le desprendió el techo y se trabo en la parte superior del túnel entre las estaciones Pasteur y Callao. Debido a la inercia, la formación siguió su marcha y el techo trabado actuó como guillotina en todo el tren. Este descarrilo y el calor de la fricción produjo un incendio.
Después de intensas tareas de rescate, hicieron un conteo de daños y heridos que resulto ser asombrosamente bajo. Entre los escombros había casi un centenar de heridos y solo dos fallecidos. Una pareja abrazaba y con una sonrisa en sus rostros, a pesar de haber quedado destrozados entre fierros retorcidos.

2 comentarios:

Germán dijo...

Uhmmm...está bueno.
Le juro que espera un final tipo El Griego, pero me sorprendió.
Saludos.

Thotila dijo...

Nuuuu, una cosa es "Que te putee..." otra cosa es "Alea".
Me alegro que haya gustado. Ya tengo un comprador para cuando saque la antologia, JE.

Saludos.